De frente al invierno.
…
A veces me siento un aristócrata emocional.
Un ser privilegiado que confunde el miedo
con la necesidad de amar permanentemente.
Necesito apuntalar los cimientos a menudo.
Cuando la estética disiente de tu piel,
los recuerdos invaden el tacto perdido.
Trasmutamos hacia un trovador aficionado
que musita algunas penas con elegancia.
y amplifica la cúspide vivida como un mantra.
Casi siempre resultó que el amor no era amor,
y la eternidad tenía los días contados sin saberlo.
Aquí estoy. Con el semblante de frente al invierno.
Tratando de detener la naturaleza del cansancio.
Hemos hecho la vida difícil y no tiene vuelta atrás.
Sobrevivir se ha convertido en una lucha inagotable.
Necesitábamos un palacio emocional más creíble.
Una urna donde guardar emociones relevantes.
Y otra donde guardar perdones y deudas saldadas.
Terminemos la canción prohibiendo el sufrimiento.
Pidiendo clemencia por la droga de la furia esgrimida.
Noviembre 2016.