En la carpa del mundo, luces titilan,
máscaras sonríen, ocultando verdades,
malabaristas juegan con sueños frágiles,
equilibristas caminan sobre hilos de promesas.
El maestro de ceremonias, con voz seductora,
anuncia maravillas en cada acto,
pero tras bambalinas, sombras susurran,
revelando las contradicciones del espectáculo.
Payasos ríen mientras lágrimas caen,
fieras domadas rugen en silencio,
el público aplaude, ajeno al drama,
de un circo que refleja la vida misma.
Buscamos plenitud en aplausos efímeros,
anhelando más en un vacío sin fin,
pero en este circo de ilusiones y realidades,
descubrimos que nunca es suficiente.
Así, danzamos en la pista central,
entre luces y sombras, risas y llanto,
navegando las paradojas de la existencia,
en el eterno circo de la vida.