El Rubicón del alma
Cruzar el Rubicón del ayer,
dejar atrás las alas cansadas,
no es caer en sombras olvidadas,
es dibujar un nuevo amanecer.
Ya no lidero desde los muros,
ni sigo los ecos de voces ajenas.
Ahora mi pulso guía las venas
de un horizonte de pasos puros.
No quiero libertad sin destino,
ni cadenas disfrazadas de sueños.
Busco un camino claro, sin dueños,
donde ser arquitecto y peregrino.
Eficiencia para los míos y para mí,
no para causas que no resuenen.
Que cada esfuerzo construya y encienda
el fuego que no deje un vacío al fin.
No son sombras lo que me envuelve,
es la calma de un vuelo sincero,
liderando desde lo verdadero,
sin temor al silencio que me devuelve.
El horizonte final no es derrota,
es un canto íntimo, un legado sereno.
No hay más hilos que los que yo estreno,
soy dueño del pulso que la vida brota.