Basta con un par de abrazos extraviados
para que la mañana se convierta en melodía.
Se funden el antes y el después en un solo tiempo.
Un cuerpo arde, siendo el resto una hipótesis.
Los dragones huyen despavoridos tras la cortina.
Tus pensamientos devienes audibles y mis manos
Te los presentan a través de tu silueta de piel morena.
No me canso de soñarte, aunque al final no seas nada.
al fin y al cabo el sol siempre proyectará mi sombra
sobre el camino que mis zapatos aun no han pisado.