¡Era joven!
En algún recodo del camino derramé la sal de la vida.
La mire con cierto desprecio y me zambullí en la abundancia.
La fiesta fue indescriptible. Vibrante. Canibalismo emocional.
Todo nacía y moría en la dirección caprichosa del viento.
¡Era joven!
En alguna orilla desembarqué con yelmo conquistador.
Hinqué la rodilla en la arena y aspire el mar y su sal.
Aprendí a añorar. Comencé a menguar.
Como también blandía espada, la hendí en cien costados.
Sentía que la fuerza era más poderosa que la propia vida.
¡Era joven!
Mirada corta, respuesta ligera.
No poseía matices. Tan solo colores intensos.
Sentimientos fugaces hasta la indiferencia.
Aprendí, también, que las heridas tardan en curar.
incluso alguna te recuerda la falacia de la inmortalidad.
¡Era joven!
¡Aun era joven!
Hoy lo tengo todo y quiero más.
Coqueteo con la ética y me esquiva.
Me armo de experiencia y tenso piel.
Cosecho saciedad.
Un reloj atrasado me indica las horas perdidas.
Mi mayor lealtad se llama soledad.
Y el mejor aliento sonaba a eco.
¡Era tarde!
Es tarde.
No sé hacer nada más,
salvo esperar y sentarme.
Y para eso,
¡Lo siento tanto!
Ya es tarde.