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Paseaba por el borde del abismo.
Encontré tardes inconsolables.
Palabras amenazantes.
Sombras con el aroma seductor del pan horneado.
Titulares indigestos.
Una madurez precoz que acabó despeñada.
Alimentos muertos en su refino.
Arena recalentada por las pisadas al atardecer.
Un trapo raído que ni arropa ni da calor.
Pensamientos puros que adormecen.
Fracasos nunca germinados.
Agua con sabor a limón.
Latas de sardina a modo de barcaza.
Arrugas apoyadas sobre la silla del salón.
Esta guerra dura mucho.
Y existen muchas tonalidades,
que mi mente inquieta
aun se estimula para descubrir.