Ayer tuve la visita de un sueño.
Durante un buen rato, conversamos.
Incluso, paseamos por el jardín,
antes de dejarlo volar.
No hubo tristeza.
Al fin y al cabo,
soy un fabricante de sueños
exclusivo para tu mente.
Los hay de colores. Miles.
Los hay con forma caprichosa.
Alguno, cuando sonríe,
incluso aroma propio.
¿Para qué desearte,
si la realidad me recuerda
que mediando esta distancia
no puedo tenerte?