Que nada hable o musite.
Que las nubes detengan su perenne viaje.
Oigo repicar tus tacones
sobre la alfombra de la entrada.
Acaba el mundo de la prisa y las guerras.
En unos segundos los brazos te traicionarán
y querrán ser parte de mi
a cambio de una sonrisa.
Recargaré mi alma.
Purificaré tu piel.
Aspiraré las desavenencias de tu día
te amaré intensamente y sin prisa.
Huyendo de la soledad
he caído en las redes del consuelo.
Y he tomado la decisión
de incrustar nuestras vidas.