Me duele que todo sea verdad.
Que lluevan negros lamentos,
sobre vetustos abrazos.
Los viejos caminos de barro.
Los raídos espejos
que distorsionan tus pasos.
La dúctil corteza
con que nos añeja el vino
entre carencia de abrazos.
No quiero terminar
como el cuadro triste y polvoriento
que yace, apoyado en el suelo.
Ni quiero estar lejos de ti,
cuando extiendas tu alas
y reemprendas el vuelo.
No te interpreto .
Me limito, simplemente,
a amarte.