Nunca una mezcla de esmeralda y oro cautivaron tanto.
Instalada en la sugerencia y en la espera de brillante mirada,
repaso una y otra vez las curvas escondidas y el aroma intenso.
La perdición y el pecado tensan el deseo y el deber, estalla.
Aprecio cada tiempo compartido y las largas ausencias.
Lo que puede ser si nos desvestimos de condicionantes.
Lo que deseas y no pides. Lo que anhelo y no concedes.
Una cena exótica entre costuras y complicidad con final feliz.
Lo sabe el tiempo y lo añora el tacto.
La lealtad inmisericorde y sus miedos.
Una atmosfera sin un átomo de dolor,
impide consumar una gran historia.
Al fin y al cabo,
el desamor, antaño sufrido,
no solo corta con su filo,
sino que impide resucitar.