Te observo absorto
y me quedo sorprendido
del mimo con que te tratan
Los tibios rayos de sol del invierno.
Te rodean.
Te acarician.
Te miman.
Te inundan.
Siento celos.
Buenos celos.
Porque observo,
privilegiado
la naturaleza
de mis deseos.
Compartiendo sueños,
un día me encontraba
a los pies de tu cama
observando en silencio.
Así,
escribir se ha convertido
en una caricia constante
al despertar cada mañana.