Sobre nuestros hombros cargamos rostros de mármol.
Desnudo destino cabalgando sobre nimbos fortuitos.
Un huerto de ancianos olivos descreídos de paz.
La reverencia de una oscuridad alargada en el tiempo.
Orgulloso de tu eterno descanso, sofoco mis memorias.
Golondrinas que vuelan en círculo apostando por primaveras.
Presunciones que se extinguen como llama fugaz.
Lo transitorio y longevo que gotea bajo tus ojos.
La tremenda inmortalidad del recuerdo pueril.
La cal socavando tu cara en surcos interminables.
La rodilla hincada en la arena de mar.
Un mundo que adolece de hombres de verdad.