Mi realidad está reservada para quien quiero.
No está disponible para la plaza central del pueblo.
Ni para estridentes altavoces que todo lo inundan.
Mi realidad es un susurro.
Una glosa íntima.
Una caricia vana.
Un beso carmesí.
Mi realidad se susurra
sobre el manto de tu piel.
Mientras tanto esbozo
entre líneas de papel.