Libaste mi vida
y a cambio
te dí la tuya.
Te sonreí
y simplemente
balbuceabas.
Hoy, seguiría cambiando
mi vida por la tuya,
y mi sonrisa corre en tu ayuda.
El mundo te dará la posibilidad
de engendrar nueva vida
en la que nuestra sangre revivirá.
Porque el cordón que nos unió,
hoy imperceptible,
será eterno e indestructible.