momentos a traición.
Esos que te despiertan y,
curiosamente,
te hacen volver a soñar.
Mis manos asen tus muslos.
La justa tersura entre
la dureza extrema.
y textura de viento.
Las venas con su torrente de sangre.
Desbocada y concéntrica,
confluyen hacia un aroma
cien por cien mujer.
Recostado sobre la almohada
me incorporo a este mundo
tras una siesta a tu lado.
Descubro que soñarte, teniéndote al lado,
no tiene precio al despertar alma y cuerpo
en actual tiempo e idéntico espacio.
Aun recuerdo múltiples sensaciones
inacabadas en la esencia del delirio
y que ahora puedo culminar.
Mis manos no serán torpes.
Sabrán buscar milimétricamente
el contorno de tu piel.
Iré desgranando sueño a sueño,
y, como parte indisoluble de ellos,
potenciarás la realidad con esmero.
Me darás vida y yo entrega.
Me prestarás el brillo de tus ojos
y yo, a cambio, la intensidad de mi piel.
Así la tarde se hará larga,
y la noche corta.
Mis deseos íntimos
y tu placer inmenso.