No hay eco.
Enmudecen las campanas.
Las plácidas tardes se anudan,
unas con otras.
Lo breve quiebra.
Los generales claudican.
Las palabras se ahuecan.
Las colores palidecen.
No me ahogare en la ceniza del silencio.
Invocaré la naturaleza salvaje
que sustenta la ilusión cercenada
allende sueños que desesperan.