No me quedan sonrisas propias.
Pero me siento
la crisálida de mi esperanza.
Me despierto,
con la envolvente dependencia
de saber de ti.
Casi siempre superamos
las aflicciones con un llanto.
Unas cuantas lágrimas
desperdigadas entre pliegues
de un rostro agrietado.
Luego, de a poco,
maduramos entre abrazos
más o menos escogidos
y un ramillete de risas
consentidas en el invierno.
Todo esto bajo la promesa
de no inyectarnos el miedo
a través de la piel,
ya que, como sabes,
hacen falta alas
para alcanzar la salida.
Pero, también,
raíces profundas para
recordar
y no dejar de fortalecer
el anclaje de la nueva vida.
Lo quiero todo.
Renuncio a elegir.
Escuchar,
es un camino que hay que andar
para que aprendas algo
y descubras lo agazapado.
…
Un pulso silencioso de lo divino dentro del alma.
..
Ante los caminos oscuros de la vida.
Ante aquellos callejones sin salida.
Ante todo, aquello, sé mi luz.
…
A veces me envuelvo sobre mí mismo,
pero es que me encanta redescubrirme.
…
Soy así. Complicado
y a veces, divertido.
odioso y adorable.
Frío y caliente.
Tímido pero atrevido.
…
Tan claro y directo,
como confuso y perdido.
Valiente y cobarde si toca.
Pura risa y roto llanto.
Un loco interesante y absurdo.
Creativo, sensible, duro.
…
Eso es estar vivo a mi manera.
No te quedes indiferente,
Ódiame o quiéreme.
Pero si decides entrar en mí,
también te sentirás vivo.
Llegarás a ser mi imprevisible catáfora.
Mi anclaje ante tanta locura.
…
No me preocupa como llegaste a mí.
Tan solo te disfruto.
No esperes a ser un Ángel.
O nunca llegarás a amarme,
en un clima de confianza,
aun cuando haya caído.
…
Ciertamente es de humanos el dolor, pero dejarse hundir por el sufrimiento, eso es diferente.
…
Te amaré.
Pero dame la gracia de aprender a recibir
la gracia de dejarme amar como un reflejo de tu amor.
…
El miedo es una enfermedad,
que logro curar a duras penas,
cuando duermo y te sueño.
Pero sobre todas las cosas,
cuando despiertas a mi lado
y sigo soñando contigo.
…
Soy tu Calibán primitivo,
esclavizado por la presencia
tornasolada y espiritual
sobre el lecho de sombras
en constante resurrección.
…
Tras la muerte recurrente
percibo un riesgo inapreciable.
Donde veo sombras,
me haces ver la luz,
pues sólo hay sombras allí
donde hay alguna luz
que las proyecte.
…
Comencemos a ser lo que en realidad somos.
Deja de cubrirte las espaldas con falsos miedos.
Déjate llevar por esta alma vulnerable que suplica,
porque el día tenga unas cuantas horas más de luz.
Tu sorpresa es la que hace interesante mi existencia;
Eres mi principio de inevitabilidad.
A veces,
los cambios son inevitables,
y tenemos como meta
convertirlos en buenos.
Lugares insospechados,
que sentimos deshabitados.
Calles ajenas y sin aroma.
Un reto por descubrir.
Gente que te siente extraño.
Pero también,
el nido donde agüarecen
las tímidas esperanzas.
Época de grandes sueños.
Aquellos que respetamos,
mientras volamos hacia ellos,
de manera incansable.
Derramarás alguna lágrima.
Aunque sabes
que el destino
nunca te deja a solas.
Mientras tanto,
te susurra un cuento
que se derrama sobre tus manos,
una y otra vez.
Cada vez estamos más cerca de alejarnos,
mientras toda nuestra historia, la llevo a cuestas.
La frágil fortaleza de las lágrimas derramadas
que se evaporaron en el borde de las pestañas.
Desenredo la oscuridad aparejada al silencio
de aquellos besos hurtados que no tenían fe.
El vértigo de desnudarte y no salir corriendo.
Eras tu propia luz y no necesitas, de manera alguna,
buscarla, una y otra vez, en almohadas usadas.
Atrincherando remordimientos tras un amor desesperado.
Rincones de silencio, especializados en reverberar tristeza.
Huyo de la sensación de la palma de mis manos
que se arrugan, de a poco, sin sentir palpitar ajeno.
Quien posee magia no exige sombras ni trucos agazapados.
Prefiero la ilusión de cada despertar,
que cien horas en la barra de un bar.
Incluso, cualquier ilusión.
Las personas ordinarias acostumbramos a tener vivencias ordinarias.
Adolecemos de la gloria de la victoria o la resurrección del fracaso.
Permanecemos en la ingenua zona de confort esperando un rescate.
Somos realistas en un hábitat utópico que desconocemos literalmente.
Anhelamos escribir una obra maestra en la que seamos protagonistas.
Tal vez, la verdad es un componente más de la ceguera que nos arraiga.
Los estados de euforia se tornan mentiras ponzoñosas que nos acunan.
Ordenamos palabras. Las elegimos, y nos metemos en un bucle infernal.
La luz nos suena levemente extraña. La vida nos salpica y nos secamos.
Anulamos las emociones cotidianas y nos afanamos en usar un catalejo.
Odiamos lo irreversible, incluso cuando nos brinda una nueva vida.
Queremos ganar y nos preparamos para el olimpo de los perdedores.
Somos polvo de profecía. Amor en vano que circula por las venas.
Reflejo ineludible de la desobediencia a la primera ley de la vida:
“Amar es vivir resistiendo al grito gutural de la jungla en que vivimos.”
Se me acaban las mañanas, arreboladas de sueño,
con la contundencia febril con la que influye su tiempo.
La vida es un laboratorio trágico, una reconciliación,
un futuro inmóvil y un epitafio diseñado por un artista.
Un reguero de buenas intenciones medianamente pensadas.
La trascendencia de unos actos inmaduros y la suerte.
El poema que perdura. La transición que asesina el dogma.
Un esbozo de cuadros que consensuan una exposición.
Un coro de niños que volcaron su juguete allende la infancia.
Un cuaderno de ideas garabateadas a espaldas del porvenir.
Una estrategia fundamental expuesta a cielo abierto.
A veces,
exagero tu amor
y trato de corregirme.
Pero me enamoro.
Siempre.
Me llevas en volandas
hacia la eternidad.
O muy cerca de ella.
Besarte se ha convertido
en el sabor de estar vivo.