Soy el apocalipsis.
El último tañido.
El hambre insaciable.
El asfixiante silencio.
El alma de Caronte.
La muerte.
Soy el apocalipsis.
El último tañido.
El hambre insaciable.
El asfixiante silencio.
El alma de Caronte.
La muerte.
Entre la esquina y mi cuerpo.
Aprisionada de espaldas.
Saboreo el placer.
Explota el sentido.
Disfruto mil gotas
perladas de amarte.
La silueta de la noche
gritando en mi espacio.
Un manto brillante
creado en tus labios.
me encumbran de golpe
a la esquina de una nube.
El último feudo.
El último destello.
El culmen de una cabriola.
El borde de tus pestañas.
Eres el centro de la tierra.
La gravitación perfumada.
Lo perfecto.
Lo puro.
La fruta que engendra el pecado.
El deseo que escarcha la piel.
El cálido despertar.
La redención.
Fracasé pastoreando estrellas.
Un desierto sin orillas se las tragó.
Tormentas de arena sin apenas respirar.
Tan solo una vida no es lo suficiente
para aspirar el aire que exhalas al amar.
Viviremos envueltos en momentos fugaces.
Sin tus brazos abrazándome,
he aprendido que, para vivir
mejor dejo las ventanas abiertas.
A lomos del viento cabalga un vibrante deseo con aroma de heno.
Una chispa incendiaria que convierte recuerdos en simple esperanza.
Tiendo mis sueños al viento para aspirar la fragancia y volar a tu vera.
Admirable el deseo cabalgando desbocado a recrearse en tus manos.
Hoy aprendí que un sueño no es más que un molino de viento.
El tiempo entre mis manos me convirtió en un ser privilegiado.
Castillos de papel cebolla. Hay días que hasta los sueños duelen.
La vida tiene un secreto que consiste en no dar tregua y cansarte.
Los raíles insistían. Las maletas llenas. La mente abierta.
Los sueños, volando. El corazón tras él. El alma intensa.
Rumbo al norte. Hacia tu llamada. Al futuro. A la ilusión.
Soltando anclas. Sin planear. Allende tu sueño y deseo.
Una vida sin guión. Instantes. Convivir silencios.
La vida no es prisión.
Ni barrotes bruñidos.
Ni miedo o frustración
enfrascada en el pasado .
La vida no es
un cuento inacabado.
Ni una piel seca de serpiente
que nos desafía cada mañana.
El viento es aliado del verbo y la arena.
Graba destellos sobre un cuenta cuentos.
Descalza y desnuda la luna susurra secretos,
en la base de un cuello, erizado e inquieto.
La última tentación vive a las puertas del cielo.
envuelta en destellos y astillas de hielo.
La curva de tu cadera es un pasadizo
que lleva a la locura al sueño eterno.
Sacos de nostalgia,
carga la vida
hasta postrarte
ante el fin de sus días.
Somos dos,
y somos uno.
Lo que desees.
Lo que queremos.
Tacones púrpura, como único vestido al recibirme.
Labios sabor a vino. Piel tersa. Cuello celestial.
Solo tú sabes mimar el incendio de esta primavera.
Cada momento es una vida y, como tal, irrepetible.
Te velo los sueños mientras vienes hacia mí.
Recostada sobre la hierba el sol dora, mansamente, tu piel.
Me divierto recitando las gotas que brotan de tus poros.
Hueles a hierba fresca. A silencio luminoso. Tal vez, a mar.
Soplando, refresco tu piel, a riesgo de avivar el deseo.
La fragilidad es un punto entre la mirada y el gesto.
Gotas de rocío ribeteadas de manso satén.
Me rijo por tu propia luz. Por los destellos de tu mirada.
Por la forma que tienes de crear un unísono de dos.
El viento aporta tu presencia con un halo de nostalgia.
Un poco de ti, más que quimérico, es un mucho de mí.
Jugaba distraído, con un manojo de sonrisas,
y dejaste en mi almohada un resuello carmesí.
Una historia de terciopelo, y aromas al viento.
Flores candentes en el remanso del destino.
Remolino anárquico de nubes de cordura.
Un mundo que resalta la luz de tu belleza.
Dibujo tu cuerpo bajo mis párpados cerrados.
Sombra arabesca de los perfiles del atardecer.
Cabalgan los colores por la vidriera del salón.
La bruma adormece bajo el bosquejo de una estrella.
Sello mis labios sobre el intenso aroma de tu cuello.
Anhelos dormidos enredados en los lunares de tu cuerpo.
La cereza intensifica el sabor de tus labios.
Hay esencia de piel en las gotas que salpican.
No concibo la vida sin el sentir de tus manos.
Sobre las sábanas arremolinadas de la noche quedan pétalos de rosa.
Unos labios incapaces de articular palabra, doblegados por tu entrega.
Tu negro vestido yace en el suelo, derritiendo espacios y confidencias.
Pido asilo en tu pecho para derretir promesas que emanan de tu boca.
El éxtasis de tu cintura, cimbreando cual campo de espigas doradas.
Un mundo colorista y sencillo donde los buenos días siempre sonríen.
El sol brilla en mi ventana, vulnerable con la posibilidad de amarte.
Rapsodia silente de un alma conquistada a los pies de la perfección.
Una cuerda trenzada con sonrisas.
Una estrella que ya no es anónima.
La mente cómplice .
La luna efervescente .
A veces siento tu piel gritando.
Nuestra poesía, al fin y al cabo,
no es maquillaje, sino luz.
quiero amarte, y también comprenderte.
Ausentarme del miedo autoconstruido.
Respirar compartiendo un aire único.
Duermo tranquilo. Me has hecho feliz.
Respira pausada.
Deja que coja las riendas
de tu respiración, y resurge.
Liba con ansia mi piel.
Con la efervescencia innata
de una caricia errante.
La delicada palidez
del toque de una flor
sombrea tus dedos.
Abrazado a tu espalda.
Soñando bajo la aurora
recortada sobre papel.
La exigua luz
donde la conciencia,
pende de un hilo.
Te sueño mar.
Rebelde fin.
Razón desbordada.
Entrega elegida.
Abismo fugaz.
Abrazos y despedidas.
Cuentos y canciones.
Estrella del revés.
Nervios velados.
Temblores ocultos.
Mundos perdidos
envueltos en viento.
Hay azar en tus labios.
Un garabato verde,
jaspeado de carmesí
Tu sabor es nítido.
Emotivo.
Intenso.
Te invito a surcar los mares con viento de cola.
Soplar las nubes desde ambos horizontes.
Que caracoleen, centrífugas, en un beso.
Emociones esculpidas en el reverso del aire.
Lo que eres.
Lo que emanas.
Lo que pides.
Lo que siento.
En este teatro de vida,
donde todo gira loco,
lloro sobre tu vientre,
te conjuro y te idolatro.
Belleza.
Mística.
Planea.
Respira.
Abre tus alas.
Acaricia el viento.
No es tan difícil,
aprender a volar.