Dos almas solitarias se encuentran.
Caminan juntas,
y siguen en soledad.
Sobreviviendo.
Respirando ecos.
Sufriendo en silencio.
Sin valorar que,
con un chasquido de tus dedos,
estaría dispuesto a colgar
mi gabardina en tu perchero.
Llevo cambiados
mis pasos de baile.
Mi mente vuela sola
y no sabe asirte la mano.
Un espejo me presenta
la curva de tu espalda
y me quedo sin opciones.
Quiero aprender a amarte.
Sin dejar de caminar.
Juntos.
Sobre los raíles del tren.
Sin estaciones.
Salvo las ilustradas
por una necesidad vital
de piel con piel.