Aquellos bichitos
que caminaban de puntillas
sobre caminos adoquinados
jugando al tejo.
Coreografías de libélulas
alrededor del fuego
pintando caracolas
con sus alas coreadas.
Fauna inanimada que,
a golpe de hada madrina
eran capaces de consolarte
o invitarte a bailar.
Anhelo aquellas historias
que nunca te abandonan.
aunque la mente crezca
con el corazón a la espalda.