Pongamos nombre a las cosas.
Disfrutemos de ellas,
antes de que se conviertan
en un rumor y desaparezcan.
O las devore la distancia,
envolviéndola en un velo
de melancolía tan amargo
que no provoque
ni tan siquiera una lágrima.
Pongamos nombre a las cosas.
Disfrutemos de ellas,
antes de que se conviertan
en un rumor y desaparezcan.
O las devore la distancia,
envolviéndola en un velo
de melancolía tan amargo
que no provoque
ni tan siquiera una lágrima.