A veces la vida nos pone a prueba.
Ante nuestros ojos, de manera inmisericorde,
desmenuza las ilusiones primarias alimentadas
como arena entre los dedos.
Ahí hace una distinción entre los luchadores,
y los seres que solo saben hacer una pose.
Agua y aceite.
Sumisos y luchadores.
Entre los primeros me gusta seleccionar
aquellos que se agarran fervientemente
a un mínimo rayo de sol y le entregan su energía.
con la que luego crece y nos guía.
Por encima de los sueños.
O tal vez entre medio.
La gente que vale la pena
adquiere un sublime e intenso brillo.