Hay cierto vacío cuando las metas se culminan y las ilusiones se difuminan.
Seguramente no se puede vivir en eterno estado de búsqueda y consecución.
Aprender a disfrutar lo conseguido sin pensar cual será el próximo viaje.
Recibir los destellos del alba como una luz y no como una nueva partida.
No se descifrar los colores velados que circundan mi habitación.
Acostumbrado a vivir sin más tejado que el yelmo y el cielo.
Te has convertido en un general de guerra, incapaz de reconstruir.
Zozobras ante cualquier estímulo que te lleve a los confines del infierno.
No hay piedad con los soldados de la vida. Aquellos que vencemos o morimos.
A fin de cuentas, solo existe el infierno y el cielo. En ambos casos llegas extinto.
Vencido o coronado, pero siempre salpicado de sangre y el acero embutido.
Un tránsito coronado por el silencio o las alabanzas, pero siempre en soledad.
Me gustaría recuperar el sentido de la brisa.
Abrazarte en silencio para robar tu aroma.
Fundirme en tus labios como si no hubiera un mañana.
Poseer la nívea llave incorrupta de la felicidad.
Los placeres sencillos.
Atado al mundo por las solapas.
Volando entre tus pensamientos
Y emergiendo desde tu piel.