Me alejas tanto del tormento que ya no vivo con padecimiento diario.
Hoy me balanceo en tus pensamientos. Y en el regazo del perdón.
Lo irreversible mora bajo el forro de la piel entre túneles y laberintos.
Siento felicidad en la sumisión a tu clemencia hacia un nuevo camino.
Tus preguntas complejas requerían respuestas sencillas.
Regreso tras la puerta blindada.
Donde no anidan desdichas.
Hay algo en todo esto de caricia a la memoria.
Al rostro tatuado en la retina de mis sueños.
A las raíces de mi niñez, famélicas de esencia.
Un piano fantasea con corcheas imposibles.
Mis labios elijen la dialéctica del silencio a dos centímetros.
Sueños en azul cerúleo.
Abrazos pendulares.
La línea recta entre tu atracción
y mi devoción.