Aun queda polvo suspendido en el aire.
Briznas de recuerdos imperceptibles
que rebrotan de los surcos de la piel
más allá de tu alma omnipresente.
Sopla un viento templado.
Firme. Horadando los vestigios
que una tierra árida en otro tiempo
por la desmedida pasión.
Silba la hiedra en su afán
para aferrarse a no regresar.
Pero los hijos de la nostalgia
remozan la inquietante presencia.