Susurros desde el osario

viernes, noviembre 14, 2025 Permalink 1

No puedo vivir lo que no puedo recordar.
Porque lo negado no desaparece: se colapsa.
Como el agua que no bebes,
como el fuego que no nombras,
como la arena que se desliza sin huella.

El camino está hecho de esas ausencias que callan,
pero la piedra —la que te hirió, la que quedó tatuada en tu piel—
esa sí habló.
Habló con el lenguaje del dolor que no pide permiso,
con la gramática del eco que habita tus silencios.

Soy hijo de un osario de emociones.
Sí, lo acepto.
Un cementerio de gestos, de nombres, de abrazos que no fueron.
Me acogieron como se acoge al que no se espera,
con una misericordia amputada,
una compasión que llegó tarde o se disfrazó de castigo.

Y aun así, estoy aquí.
No para gritar.
No para romper.
Sino para susurrar.

Porque las cosas que duelen,
las que verdaderamente duelen,
no soportan el estruendo.
Se recitan bajito,
casi temblando,
para que quien las escuche,
no huya…
sino que se acerque.