Larga calma de tu cuerpo sobre arremolinadas sábanas.
Palpitan los anhelos entre contracciones involuntarias.
Se consuma el deseo y consumimos el aire que nos rodea.
La espuma del deseo cubre los poros de tu piel perfecta.
Salimos del abismo al que juntos accedimos a nuestra vera.
Resplandece el blanco de tu sonrisa sobre el rojo imperfecto.
Un velo de agua compartida y sueños consumados de a dos.
Oro que asciende. Aromas de sal y sabor maduro de fresa.
La consagración de la ofrenda de los cuerpos incombustibles.
El centelleo que siembra el humo de la pasión espontánea.
El rumor de la orilla de la cama. tu sombra repleta. Tu orilla.
Dentro de mi corazón se abre un hueco abocado a tu aliento.
Siembro hueso y sangre vencida. Recolecto turgencia divina.
Te atesoro, y ya comienzo a temblar si algún día te pierdo.