Llueve.
Suena una banda sonora indescifrable
El otoño viene a morar sus tres meses y un día.
Las piedras del jardín se resisten a evaporar
los rayos atesorados en verano.
Una hoja rosa de buganvilla se suicida
enamorada del salpicado en los charcos.
Las vasijas abren aun más sus bocas
en busca de un remanso de agua.
El silencio ha emigrado.
Las tejas ejecutan su cacofonía otoñal.
El olivo gotea con la parsimonia de su aceite.
Las macetas se inundan y todo el jardín
toma un color intenso y brillante
mientras la luz de la tarde agoniza.
Me doy cuenta que me agrada
el hecho de sincronizar mis años
con esta tarde en el jardín.