Hace algunos meses,
lanzaste, misteriosa, al mar
una botella vacía
y así me lo hiciste saber.
Ayer, paseando en la playa,
observé sobrecogido
como encallada en la arena
brillaba llamando la atención.
Había recogido docenas
de incrustaciones de sal.
Esculpidas en tantos azules
como vaivén de olas franqueó.
La descorché pensando en ti.
No se si por la ilusión
o por el deseo de compartir algo tuyo,
sentí que mis manos se reposaban
sobre tus mismas huellas.
Aromas concentrados.
Tacto que se disuelve.
Brillo de auroras.
Matiz sonriente.
Hermoso regalo.
Con tan solo un susurro
has creado en un instante
un día insuperable