¿Donde se esconde el primer amor?
¿Donde las promesas eternas?
¿Y aquella forma de amar
sin existir una segunda parte?
¿O los besos del perdón
rodeado de intensos abrazos?
¿Acaso la maldición del hombre
es el amor menguante?
Hoy he aprendido a llorar.
Me gustaría habérmelo ahorrado.
Vendí mi humanidad por un verso.
Me acompañará ferviente a la tumba,
el sabor metálico que dejó grabado.