Imagen: Ben Gossens.
Somos yonkis del perdón
con el corazón amputado.
Carnaza de bar,
y de abrazos pagados.
Nunca habrá un agujero,
lo suficientemente oscuro,
donde enterrar “de profundis”
mis errores y tus miedos.
En algún momento debemos
darnos cuenta, siquiera,
que de tanto menguar
ya, ni nos conocemos.
Me rescató una simple sonrisa.
Un roce de mano tendida.
El cariño centrífugo de tu ombligo.
El sonido de tus llaves cuando espero.
Puedo.
Pero no quiero.
Quiero.
Entonces puedo.