Siempre hubo un después,
que nos salva de las llamas
e impide que el odio florezca
ni que sufras jamás.
Te has dado cuenta que quieres verme
cuando tu piel grita mientras se agrieta,
ante la ausencia de costumbre.
Cien versículos de paciencia
y un manojo de cuentos,
me entretienen mientras cuajan
los elementos recurrentes.
Saciemos esta inconsistencia
que va avinagrando el tiempo
y albea los espacios con ausencias.
Quiero saberte.
Sin prejuicios.
Sin dobleces.
Sin condición.