Observo las hojas
secas en el jardín
rendidas al destino
tras su plenitud.
Me arrodillo.
Soplo bajo su manto
dándoles un último halo
A modo de aliento.
Una pirueta.
Revolotean un segundo.
Y caen majestuosamente
mostrando su envés.
Su última reverencia.
Su agradecimiento
al viaje eterno
en pulcro silencio
La gravedad de un beso
Desde que tengo
eso que llaman, uso de razón,
he buscado la magia
en todo lo que me rodea.
En los primeros años, bajo la cama.
Buscaba dragones, duendes, elfos.
Cualquier ser vivo o imaginario
que quisiera ser mi amigo.
Luego perseguí sonrisas.
y aprendí a coleccionarlas.
A estrechar vínculos.
y a compartir.
Ahora preparo el desembarco
en el espacio que rige el azar
entre las nubes y el polvo de estrellas.
Y aprendo a volar.
No hay límites.
Más allá de la ciencia
rige la magia
y la gravedad de un beso.
trato de llenar el cielo
No hay secreto en las relaciones.
Entregas.
Aceptas.
Recibes.
Tampoco lo hay en los momentos.
Amas.
Sonríes.
Lloras.
Ni tan si quiera en los espacios.
El tuyo.
El mío.
El nuestro.
Al final somos uno cuando coincidimos.
Luego vuelas a tu nido y sigues viviendo.
Mientras tanto trato de llenar el cielo
de serpentinas salpicadas de color.
Porque no somos seres creados hoy.
Ni lo suficientemente llenos de futuro.
Ni vacios de pasado.
Hoy la electricidad del deseo
rompe la noche.
Mañana la libertad
se reinventará a flor de piel.
Fabricante de sueños
Ayer tuve la visita de un sueño.
Durante un buen rato, conversamos.
Incluso, paseamos por el jardín,
antes de dejarlo volar.
No hubo tristeza.
Al fin y al cabo,
soy un fabricante de sueños
exclusivo para tu mente.
Los hay de colores. Miles.
Los hay con forma caprichosa.
Alguno, cuando sonríe,
incluso aroma propio.
¿Para qué desearte,
si la realidad me recuerda
que mediando esta distancia
no puedo tenerte?
No todos podemos ser reyes
Curiosamente
me siento invencible.
Y sin embargo
no quiero brillar.
Un día aprendí a volar.
Y, sin libro de instrucciones,
forjé un aterrizaje forzoso.
Sobreviví, pero mi sangre se heló.
Hoy me dedico
a apuntalar estrellas.
A redecorar escenarios,
y a controlar la llave del gas.
Nunca me ha importado perder.
Pero hoy tengo que decir
que me siento incompleto
por no atreverme a remontar.
Tal vez sea irrefutable
que no todos podemos ser reyes,
y alguien tiene que ejercer de general.
Pero duele tanto, que ni gritando alivia.
Es una maldición
poseer un alma capaz de volar.
Y que la vida, y la estupidez,
hayan quebrado tus alas.
No desgastes el tiempo
Hay un tiempo,
corto e intenso,
en que damos forma propia
a todo lo que nos rodea.
Momentos creativos.
Donde creamos lienzos
como cometas bajo las nubes
creando fábulas en serie.
Hay otro momento,
lento y parsimonioso,
donde los sueños, caprichosos,
se atascan una y otra vez.
Ahí, sacamos el elixir
de aquel corazón que trazó
las líneas del destino
sobre las nubes errantes
Más adelante, vendrán las pantuflas
que nos resguardan del frío
Y nos permite, entre cabezadas,
danzar furtivamente con los recuerdos.
Entre aquel lienzo
y ese sueño,
no desgastes el tiempo
inventando desencuentros.
A golpe de intensidad
El viento golpea la ventana
mientras tu sueño
revolotea embriagado
junto a los míos.
Mas abajo,
junto a las almas mortales,
un destello furtivo ejerce de faro,
y nos indica el camino.
Caemos en picado
entre destellos fugaces de felicidad.
Con rumbo directo al nido
que enmarca tu habitación.
Bebo tus silencios
a grandes sorbos.
Sacia mis sentidos
a golpe de intensidad.
Un camino de dos
No creas en mi palabra.
Pero no dudes de mi mirada.
Me cuesta mucho
crear suficiente polvo mágico
para tus alas y las mías,
para desperdiciarlo.
Siempre he cargado,
junto a mis sueños,
la totalidad implícita
que representan los tuyos
Pero me apetece un cambio.
Que cada uno cargue con los suyo.
Que sonrías sin que sienta
que tan solo sea agradecimiento.
Llámalo crisis de fe.
O tal vez evolución.
Esto no deja de ser
un camino de dos.
Lejos de nuestro mundo de cristal
Te rodeo con mis brazos.
Aunque sé positivamente
que en el fondo,
eres una desconocida.
Te fundes conmigo
con movimientos aprendidos
lejos de nuestro mundo de cristal.
Cultivados sobre otra almohada.
Mi mente se dispersa.
Recita una elegía
por las almas perdidas
entre olvidos y desidia.
No te quiero entera,
pero te necesito conmigo.
Tal vez con poco cuerpo
pero si con toda el alma.
Trémulo arte
Recuerdo a Ícaro
revoloteando hacia el sol
sin un ápice de miedo
ante la certeza del riesgo.
Aun es Otoño.
Y las hojas en remolino
caen ensambladas con el capricho
de rellenar nuestro lecho.
Desata un beso de tus labios.
Deja que expire en la larga noche.
Que fecunde sus caprichos
sobre lienzos con trémulo arte.