Fuimos pioneros avanzados a nuestro tiempo y
tal vez, eso nos condujo a la muerte prematura,
Sentíamos como nadie
mientras robamos aire al futuro.
Usamos ojos ajenos cercanos a la perfidia.
Caímos, directamente, en manos de la indolencia.
Nadie hubo. Ni habrá, más vivo que nuestras propias ilusiones.
Reímos mucho.
Lloramos más.
Nos aferramos desesperadamente al valor de las palabras.
Y a la piel erizada
Nos olvidamos de las cicatrices y los remolinos del viento
que arrastran los monstruos de la incomprensión.
Inmortalizamos un alma a base de cincelar sus aristas.
Creamos una vida simple y roma imposible de superar.
Nos columpiábamos al son de los grandes cantantes.
Dejamos de escuchar la frágil evolución de nuestro propio corazón.
Cargamos el mundo a cuestas.
Eras mi pantera en la periferia y yo, tu héroe de causas imposibles.
Domesticamos el ansia y el deseo.
Nos amamos de forma inconsciente.
Poco a poco nos revelamos como copos de nieve a merced del tiempo.
Nos ahogamos en ríos de complacencia.
Olvidamos la clave: declinar el deseo y la gratitud.
Vivimos días perfectos en una bola de cristal.
Algo parecido al oasis silencioso del espíritu indomable.