Le he preguntado a la estrella del norte
cuál es el secreto de la pátina de oro
que recubre el terciopelo de tu piel.
Me ha susurrado que no es un secreto.
Que ha aprendido a nadar como pez en el agua.
Que entendió que la vida vale la pena vivirla.
Que tiene un espíritu que la envuelve.
Y que no estando segura de nada,
está prendada de mis labios.
Que hace con la vida lo que quiere
Y a cambio, el viento de la tarde,
le ha tatuado una sonrisa.
Aprendió a recordar al revés.
Desde las caricias hasta la nostalgia.
Desde su alma a la mía.
Que siente que vivo enamorado de ella.
Y que su risa es un pespunte
sobre el bolsillo de la esperanza.
Anuda su sonrisa clara
al tacto de las trazas de seda
con que le cubren mis caricias.
Vivimos de dentro hacia fuera.
Y que envuelve sus manos
en un sutil ungüento de rosas.
Cada día es un manto de amapolas
que compite con el esplendor
de cada amanecer a mi lado.
Juntos, hemos aprendido
a hundir las raíces en las nubes
para volver siempre sobre ellas.