Deseo y destino

lunes, febrero 23, 2015 Permalink 0

 

Nunca quise morir asomado a la ventana de mi barrio.

De pequeño, ya trataba de volar. Quería volar.

Al principio, nunca miraba atrás. Casi, ni respiraba.

Con el tiempo me gusta habitar allí, de vez en cuando.

 

Así, recargo la energía de mi tierra. La necesito para volar.

Allí nació el laberinto de mis sueños y abstracciones.

Algún pasadizo de intuición y un insólito sentido común,

preludio de una experiencia, que no dejo de atesorar.

 

La vida es una sátira peregrina que dibuja siluetas ,

donde deberían florecer promesas.

Una pléyade de consejos sobre la estética del tumulto.

La magia de una esquina convergente.

 

Un dulce aroma que baja por mi garganta y burbujea.

Una orquídea de estremecida alquimia.

Arcilla modelada por el deseo consumado.

Un orgasmo que podríamos llamar boreal.

 

El lugar que ocupo en lo inevitable.

La conciliación de deseo y destino.

La disconformidad que siempre grité.

O Las cenizas que un día seré.