Acaricia el sol
mi ajada piel,
Y recompone simple
su vieja sintonía.
Primitivas sensaciones
guardadas bajo diez llaves.
Oxidadas de tanto silencio
no se atreven a ver la luz.
Vientos que recorren la espalda,
alborotados desde que nacen
a la orilla de tus labios
y que ahora se hunden en mi alma.
Un paso adelante
en las crónicas
nacidas del vientre
de lo inexplicable.
Siempre encuentras un lienzo
donde pergeñar cuatro líneas
sin ton ni son y, que por arte
de una mirada, se abren de par en par.