Existen múltiples clases de melancolía:
La distancia que se agranda cada vez.
El silencio que se disipa con un eco sordo.
El roce de los labios de manera esporádica.
Consumar un sueño que se desvanece.
También hay múltiples alegrías:
El frescor de una ola imprevista que te revuelca.
Retener tu sabor en mi boca aun después de la partida.
Cerrar los ojos unos segundos más, tonteando con un recuerdo.
El aroma de fruta madura que desprende tu piel al atardecer.
Y que seria de la vida sin locuras:
Caminar cientos de kilómetros para disfrutar un instante.
Comprar un canario enjaulado y soltarlo libre en el jardín.
Dejarte perder a las damas para jugar otra vez.
Volver a llamar cada día para escuchar tu voz.
Y así me voy dando cuenta
que mi vida es alegre,
incluso con su melancolía.
Porque hace tiempo
que bailo embriagado
en el borde de tu locura.