Las palabras fueron desapareciendo,
como arena de playa al viento.
Era el tiempo de cosecha.
El espacio donde los hechos
derramaban versos y poemas.
Los sueños se desvanecían
con tu luz cegadora.
Todos los segundos
se trocaron en vivencias.
El mito de un potro desbocado
rendido mientras bebe de tu alma,
un mar de delirios y muecas
donde rastreábamos el abismo.
Melodía de amantes concéntricos.
Corazones con escamas de salitre.
rendido ante un manojo de mimos.
Perdíamos la locura el uno contra el otro.
Ronroneábamos a la silueta de la luna.
Amantes de historias fugaces.
Huyendo de los atardeceres oscuros.
Un sombrero para dos
que nos resguardaba del miedo.
Reluciente oro.
Tu boca si es.