Imagen: Incipiente
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La ventana mojada. Una nube serena satura la casa.  Frente al espejo sentada.
Tres notas reverberan. Caprichosa cadencia  repiquetea la lluvia tras el cristal.
Está silente la tarde. Vaga e  insustancial, como cuchillo que se hunde sobre costal.
Pasan las horas.  Los deslizantes días se me antojan lánguidos. El aura menguante.
Las grandes  gestas fueron cantadas por simples juglares, bohemios o rapsodas.
Armado con  un lienzo una irreverente pluma garabatea aguzando en el  ingenio.
Disfruto tus proezas cuando te enfrentas a los miedos como a  dragones de elegía.
Cuando el orgullo diseña mi destino, con el orgullo del  tañido de tu nervio. 
Dibujas notas en movimiento. Única y sensual. Cada  fragmento de tu cuerpo.
Ardes el aire que te rodea. La suave fragancia me  esquiva. Revolotea.
Grite una sonrisa y me devolvió un instante. 
Me haces  volar sin moverme a ninguna parte.
Lo siento. Sé que las palabras pueden  ser dagas sangrantes.
Y sin embargo, nunca supe declinar la palabra te quiero  más allá del silencio.
Vacilante. Jadeante. Vagabundo. Esporádico. Por ti,  penitente.
