Dios no me escucha

martes, mayo 13, 2014 Permalink 0

Nunca me sacio buscando tu rastro en la inercia del camino.

Mi piel, ajada de espacio, mientras mi mente sigue creciendo.

Esta burbuja de aroma y sonrisa, sugiere una sinfonía de hojas secas.

Un punto de inflexión donde se arquea tu espalda.

Sonido de una noche encaramada sobre colinas de placer.

Tacto que se disuelve. Brillo de auroras. Un susurro ungido de luna.

Las libélulas alrededor del fuego anhelan historias que no te abandonan.

Me queda la esperanza, rompiendo costuras desde el corazón a la espalda.

A veces, un adiós firme, nos es más que una sentencia de libertad.

No hay suficiente cielo para el apetito del alma en medio de un amanecer.

No toco tu cuerpo, y sin embargo me quema.

Dios no me escucha.

Al menos necesito que lo hagas tú para salir ileso de esta vida,

donde tropieza el desamor mientras me sostienes en la gloria

soñando que hay un tu, y a tu vera, un yo.