Imagen: Danielle Klebes.
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Un día comienzas a dibujar palabras.
Inconexas, desafiantes, estrafalarias.
Las dejas un momento sobre una hoja,
y sin escribir, comienzas a darles vida.
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Soplas y accedes que lo aleatorio
las ordene a capricho. Y sonríes.
Un puñado de adjetivos y un verbo
irrumpen de forma sagaz y sutil.
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Las palabras ganan en color.
El ritmo se vuelve desafiante.
Cuando menos te lo esperas,
la semilla ya está sembrada.
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Una rima. Un sentimiento enrocado.
Dos pinceladas translúcidas
con una amalgama de fragmentos
y un poema que brota con vida propia.
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Hoy hace un año que comencé en esta Comunidad.
Es momento para agradecer y recordar los comienzos.
Pero sobre todo, el vínculo entrañable que nos rodea
bajo el prisma de un puñado de humanidad.