Los pétalos se desploman en medio de la ventisca.
Una sombra caliza mora en la espalda de una canción.
La niebla azuleaba el perfil de la buganvilla en el jardín.
He mutado de no existir, al Olimpo de los enemigos.
Cada palmo de aire vive recalentado de tanto jadear.
Me escabullo entre escalofríos apócrifos de nostalgia.
El cielo oscurece aunque el sol ha detenido su marcha.
Vegeto en el fondo de un vaso largo recubierto de piel.
Mis huesos se esparcen como limaduras de sal marina.
Una ilusión herida que se espanta a galope tendido.
Crónica de almas en vilo que huyen de guerras perdidas.
Cien circunloquios para que todo siga, igual que siempre.