Siempre vamos de la mano
de alguien en este mundo.
Al nacer te recogen del vientre materno.
En la infancia te resguardan y ayudan
mientras juegas alocado
entre risas y golpes.
Entre golpes y risas.
Con el tiempo vas soltando
aquellas manos protectoras
buscando tu primer amor.
Ahí, transitas nuevamente,
entre risas y sueños de vida.
Pasa el tiempo.
A veces se consolida
A veces esas manos
que te acariciaban
Te dicen adiós.
Y buscas desesperado
donde asirte nuevamente.
Pasa el tiempo.
Incluso la vida.
Vas despidiéndote de tu gente.
Hasta que te enfrentas al adiós
de aquella madre que te dio todo.
El desconsuelo te inunda el alma
hasta que una mano pequeña,
también temblorosa,
te dice, no te preocupes papá.
Entiendes que la vida son ciclos.
Poco a poco, sueltas la mano
ya fría y sin pulso,
para agarrarte al sueño
de unos niños asustados,
que solo esperan de ti,
que les sigas tendiendo la mano.