Tengo un puñado de ilusiones irrenunciables
que se escapan entre los dedos.
Alocadamente se organizan en guerrillas
para conquistar tus cicatrices y confortarlas.
Llegaste exhausta.
Vacía de energía.
Incluso doblegada
a la conformidad.
Te recogí sin condición
temblando entre sabanas ajenas
Apresando el calor del crepitar nocturno
entre los desechos de horas perdidas.
Ahora, soy feliz sentado en mi sillón.
disfrutando tu nuevo plumaje,
Brillante y espléndido,
perseguido tan solo por mi mirada.
Aun así siempre dejo las ventanas abiertas.
Deseo que vueles por las cúpulas del mundo
para que sientas la brisa de frente
mientras enseñas al mundo tu espíritu renacido.