Cuando la noche se vuelve salvaje
y el deseo ahoga impío la razón.
Es el momento perfecto para disfrutarte
y terminar redecorando la habitación.
Buscar los pliegues donde la noche
fue dejando rastro entre los sueños.
Abrir esa preciosa caja de Pandora
para que vuelva a explotar una vez más.
A veces me despierto contando días.
Añorando noches sublimadas
entre palabras no pronunciadas
y un amargo sabor a letanía.
Es cuando me aferro a la almohada,
y maldigo la eterna distancia
que el olimpo puso entre ambos
por una promesa no consumada.