Persigo momentos
por su intensidad.
Y al mismo tiempo
por fugaces y etéreos.
Allí donde el mar se retira
para impulsar nueva ola.
La sal embriaga el aire
y cristaliza el silencio.
Allí donde la luna juega
y parpadea al paso de las nubes.
Comunicando en aparente morse
donde anida tu alma acurrucada.
Un tango
resbala por tu cuerpo.
Sin permiso.
Sin compasión.