Las palabras se las lleva el viento, pero la herida, siempre, la deja abierta.
Seguramente anidará sobre las cumbres junto a los actos olvidados.
Esos que realizaste arrancándote trozos de vida llorando en carne viva.
Esos que son todo para ti y para otros un gesto simple y obligatorio.
Hace más daño la insensibilidad que la ignorancia.
Pasan los años y cometemos los mismos errores que a los diez años.
Solo que esta vez miras directamente a los ojos y el brillo de la infancia,
se ha convertido en un reflejo en el fondo de un pozo de resentimiento.
No me rindo.
Transito.
Trato de olvidar.
Miro a lo lejos.
Y pienso,
que lo que acontece,
hoy es verdad
y mañana,
lamentablemente,
Mentira.
Pequeña criatura:
¡Vuela!
Pero no olvides
que el primer viaje
lo diste apoyando
con fuerza tus pies,
sobre el nido
que te dio la vida.