Observo las hojas
secas en el jardín
rendidas al destino
tras su plenitud.
Me arrodillo.
Soplo bajo su manto
dándoles un último halo
A modo de aliento.
Una pirueta.
Revolotean un segundo.
Y caen majestuosamente
mostrando su envés.
Su última reverencia.
Su agradecimiento
al viaje eterno
en pulcro silencio