Sobre un campo
eternamente virginal,
tristeza e ilusión,
miden sus armas.
Por un lado:
Lágrimas saladas e inertes.
Pies descalzos magullados en el camino.
Penas que oprimen hasta sesgar el aliento.
Confidencias traicionadas.
Palidez ante un futuro menguante.
El filo del abismo cierto e inmenso.
Llaves que cierran cualquier atisbo de luz.
Paseos con la mirada perdida y el alma ausente.
Momentos en que la frágil cuerda se vuelve espino.
Por el otro:
Un manojo de sonrisas encaramadas en tu rostro.
Abrazos con aroma a jazmín.
Cálidos labios en el umbral de una cama.
Ventanas abiertas con matices de mar.
Tú decides
donde quieres estar.
O bien, si quieres,
te puedo rescatar.